Vería en la power point de mi vida que;
ya habría soñado con todo aquello que anhelo,
con la satisfacción de que al menos a todos mis sueños, les di su oportunidad.
Si hoy dejara de existir, me sentiría orgullosa de haber cerrado aquellas puertas,
de haber visto luz en la penumbra;
de conocer el camino sin haberlo recorrido;
de salir a gatas del abismo y emprender el vuelo hacia la libertad.
Moriría con el pecho erguido, porque siempre, siempre
¡aposté a mi! …aún en aquellos momentos en que no creía en mi misma.
Si este fuera mi último respiro…
Ya habría sido pelirroja, rubia, castaña y morena,
un poco redonda y otro tanto espigada.
Me habría hecho la cirugía,
conducido mi auto sin seguro,
malgastado una fortuna en un capricho;
habría descubierto la complejidad de lo trivial alguna noche besada por Baco.
En mi cuenta estarían mil sonrisas,
un buen número de consejos entregados sin ser solicitados,
unos cuantos besos mojados y bullosos
regalados al alma que amanece como a aquella forzada por el ocaso de los años y endurecida por el letargo del amor.
Unos tantos resucitados...después de haber muerto hace más de tres días.

Si tuviera otra oportunidad,
habría atestado a ese hombre entre mis piernas,
entre mi pecho desnudo.
Le habría bailado, lo habría provocado,
habría gritado más y más alto,
le hubiera mordido, habría venido entre sus muslos,
sin esperar sus propuestas tardías.
Pero no sé, no sé.
Porque si llegara a morir ahora; y viera mi cuerpo tendido,
carente del destello de mi alma...preguntaría:
- ¿Ya es tiempo?
- No. Aún no es tiempo para morir. Apenas te has caído. Anda! Levántate! Sacude el lodo y abre esa puerta.
- No entiendo. Me duele tanto que creo morir.
- TRANQUILA. Mañana será otro día, aún no llega la hora…créeme. ¡El mundo te espera!